DIARIO DE ABORDO 2014

6 DE OCTUBRE DE 2014, "NAVEGANDO"

Después de nuestra odisea con el motor Mini 44 que nos ocupó un tiempo precioso (meses) podemos salir a navegar. No nos lo creemos. El motor funciona a las mil maravillas. Entre preparativo y preparativo nos escapamos todo lo que podemos a navegar. El "mono" acumulado es demasiado y todas las horas nos parecen pocas. A la adicción de navegar se suman las ganas de probar que todo funciona correctamente (baterías, placas solares, convertidor, velas, etc...). De momento y tocaremos madera (en este barco hay mucha) todo funciona a la perfección.

Por el momento os dejamos unas fotos de la odisea de los últimos meses y alguna otra del fondeo después de las primeras horas de navegación con nuestro "nuevo" motor y después de tanto tiempo con el Om parado. ¡Ya queda menos! Estamos tan impacientes que saldríamos ya, pero ahora nos toca aprovechar los últimos días de preparativos. Hoy toca estibar material de guitarras...¡A ver donde metemos todo! Ya os contaremos...






13 DE OCTUBRE DE 2014, "DESPIDIENDO UN CACHITO DEL BALIS"

Han sido dos años de trabajo duro para dejar el Om como nuevo, y como dice nuestro amigo Sergio del Rosmarinus, "La vida es aquello que ocurre mientras hacemos planes".
Aquí dejamos personas inolvidables, gente buena y divertida que esperamos volver a encontrar, por tierra o por mar.
A todos ellos: ¡Ya sabéis que en el Om siempre seréis bien recibidos!
¡Un fuerte abrazo!





15 DE OCTUBRE DE 2014, "EL OM TAMBIÉN ES UNA MÁQUINA DEL TIEMPO"

Sí, por fin podemos decir que soltamos amarras. ¡Esto empieza ya! Todo y que algunos problemillas de tierra no nos quieren dejar marchar les decimos que otro día será. ¡Ahora nos toca a nosotros!

Navegación a motor, 1500 rpm, con viento de 3-4 SO. Mar de marejadilla a marejada, 4 Nudos.
Aprovechamos que el tiempo no nos favorece demasiado para hacer las horas de rodaje de motor.
Nuestro Willy (así hemos bautizado al corazón del Om, el motor Mini 44) se porta de maravilla. Fino, sonido redondo, nada de humo, nada de olores...
Willy está tan impaciente y alegre como nosotros. Disfrutamos de las 6 horitas de navegación. Probamos nuestro piloto "semiautomático" con diversión y comprobamos con minuciosidad el motor, sentinas, ruidos, etc. durante toda la travesía. Sin alarmas, todo OK :)

La llegada al Port Vell nos hace latir con fuerza el corazón, pues para la Familia Flotante es un lugar especial...

Aquí se adquirió el OM hace 9 años.
Aquí trabajo Héctor de marinero.
Aquí pasamos nuestros primeros meses de enamoramiento.
Aquí Niebla se iba de picos-pardos a comer entrecots al Restaurante "Barceloneta", donde la conocían todos los cocineros.
Aquí Niebla conoció al padre de Lola.
Aquí nació Lola y aquí dejó de ser un cachorro.
Aquí empezó todo...

En fin, muchas emociones, todas buenas.
Entramos por la bocana, lo primero llamar a Rafita por radio ( contramaestre en otra época, viejo amigo). Allí está, en el muelle. Nos informa de las novedades y nos hace un pequeño tour por el puerto en un cochecito de golf muy cachondo. Quedamos en vernos más tarde, pues con esto del Salón Náutico tienen mucho lío.
Amarre Alfa 17. Es increíble, hace 9 años estábamos prácticamente en el mismo amarre. A pesar de todos los cambios en el puerto para crear la marina de lujo nos queda un gran amigo en el mismo pantalán, en el "Llop", Ricardo amante del mar. Nos ponemos a recordar.

Capitanía y visitar el salón náutico, nos dejan entrar sin problemas con las perris, chafardeamos un poco y decidimos dar un garbeo por la Barceloneta.
Pasamos por la calle de otro amigo, silbamos y ahí está Jesús Heredia, colega y compañero de juergas. Guitarrista y cantaor flamenco. Nos hace mucha ilusión reencontrarnos,  pues hoy ¡hemos retrocedido en el tiempo!





19 DE OCTUBRE DE 2014, "LUNA DE MIEL"

Ha pasado un año desde que cometimos la locura de casarnos. Nadie nos hubiera dicho a ninguno de los dos que pasaríamos por el "altar".
No es que no nos queramos, sino al contrario,  pero somos de la opinión de que querer al otro es dejarlo libre para que te vuelva a escoger cada día y a la inversa.

La cuestión es que tomamos esa decisión pensando en nuestra manera de vivir y de viajar, queremos tener el derecho de poder responder el uno por el otro.

Un año ya. La fecha perfecta para irnos de "Luna de Miel". Nos merecemos unos días de relax después de los últimos años...

Así que miramos el parte: el tiempo veraniego y la falta de viento hace que nos decantemos por Ibiza. Salimos de noche después de un intenso fin de semana de estibar comida y agua. Después de unas emotivas y familiares despedidas.

Treinta horas de navegación a motor completan el rodaje del mismo. Eso nos obliga a hacer cambio de aceite y filtro en la próxima parada.

Durante la travesía escuchamos por radio el acecho de un temporal fuerza 7 de componente NE. Vamos directos a buscar resguardo. Cala Talamanca es nuestra mejor opción, ya que se encuentra en el sur de la Isla de Ibiza. Es el lugar perfecto para hacer el cambio de aceite y filtro del motor.

Echamos el hierro en cuanto amanece. Llevamos a las perris a tierra para que se alivien y le sigue una buena siesta hasta la hora de comer.
Primer chapuzón y empezamos a reponernos de los últimos días de locura. Pero no hay que dormirse...esta noche ¡¡¡temporal!!!
Rafagas de 80 Km/h. El fondeo es perfecto y excepto sacar la cabeza de vez en cuando para comprobar que no hemos garreado esta todo OK.
Intentamos descansar lo posible, aunque el mar ha quedado movido. El viento ha rolado y al quedar mar de fondo del temporal el barco se atraviesa a la mar. Nos ayudamos con el ancla de capa, para orientarnos a la mar, que se nota considerablemente.

Rodeamos la cala con el proposito de repostar en Marina Botafoch. Mientras Héctor hace el cambio de aceite yo voy a comprar el filtro. Después de 30 minutos llego a la casa de recambios donde me informan que lo pueden tener para el día siguiente ¡Vaya! Si nos queremos ir a Formentera esta tarde la mejor opción es andar otros 45 minutos. El hombre de la casa de recambios me ofrece su furgoneta, incluso dice que si me pierdo lo llame y me viene a buscar...Me parece excesivo tanto lio por un filtro y le digo que voy andando.

Después de la excursión por Ibiza llego al OM pensando que mi "capi" estará preocupado...¡Que ilusa! Ya estaba haciendo amigos. ¡No lo puedo dejar solo!

Ante la insistencia de Fran (capitan del "Jay Jay") de que pasaramos la noche en el puerto, nos dejamos llevar por su generosidad. Lo que dio lugar a una velada inolvidable. Vino, cervezas, cenita, guitarreo...y lo mejor de todo: Buena compañía (Fran, Hugo, Miriam y Vica). Lo que no sospechábamos era que nos veríamos muy pronto...
Por cierto, no dejéis de mirar la foto que nos proporcionó Hugo (buzo profesional). Su equipo de buceo cuando él tenía 18 años, no tiene desperdicio.






24 DE OCTUBRE DE 2014, "CARIBE EUROPEO, EL PARAISO"

Sin palabras nos dejo Espalmador (Formentera). Buceo, paseos en kayac, exploración en la laguna, visitas inesperadas, excursiones...
Gracias otra vez a nuestros nuevos amigos que vinieron a visitarnos con el velero "HIPOCAMPO". (Fran, Hugo, Miriam y Vica). Fue un placer compartir ese regalo de día.
Un tiempo excelente que nos dejó disfrutar de lo mejor de Formentera con una ventaja indiscutible: pocos vecinos, nada de ruido, una isla para nosotros. Hasta el punto de ver alguna persona en la playa y exclamar: ¡¡¡INVASORES!!!



27 DE OCTUBRE DE 2014, "MISTERIO EN EL MAR MENOR"

Travesía del Formentera al Mar Menor realizada mitad a vela mitad a motor, pues el viento escaso no nos deja otra opción, ya que queremos llegar a la última apertura del puente que da acceso al mar menor.
Nos encontramos frente al puente a las 19:00h. Según la información que nos dan por radio el puente abre las horas pares, de 10h. a 20h. Fondeamos a la espera y aprovechamos el tiempo paseando a las perris, ya que en toda la travesía no han hecho sus cosas.
Desembarco con el kayac en una mini playa. En los alrededores muchas casitas, pisos y apartamentos, la mayoría sin luz, cerradas a cal y canto. Son construcciones seminuevas en un sitio privilegiado y están desocupadas, tan solo se puede ver alguna luz cada 5 o 6 bloques de pisos. No se ve a nadie.  Esto no es muy normal...
Lola persigue a un gato ¿qué se oye? ¿niños llorando? Parece que viene de un caserón que se encuentra cerca del faro. Afinamos el oído: son gatos, cientos de gatos maullando de tal forma que parecen almas en pena. ¡Qué repelús!

Las 19:55h:

- Torre de control, torre de control, ¿me recibes? cambio.

- Aquí torre de control, se va a proceder a la apertura del puente.

El puente se va abriendo. Se desencaja como un puzzle por la parte central y se elevan las dos partes por este punto. Se para cuando apenas hay 3 o 4 metros de acceso. Para nuestro mástil, lo vemos un poco arriesgado, así que pensamos que mejor esperamos a que se abra del todo.

- Aquí torre de control, se va a proceder al cierre del puente.

- Aquí embarcación Om, estamos pasando, rogamos no cierren el puente.

Héctor se apresura, la verdad es que da un poco de "yuyu" ver como la arboladura del Om pasa tan cerca del puente. A la salida nos percataremos de que lo normal es que se abra del todo.

Al otro lado nos encontramos un puerto, con alguna isla, jaulas de acuicultura, restaurantes con música y palmeras, pero ni rastro de gente. Queremos preguntar como acceder al mar menor y si hay que tener en cuenta algún factor, pero no va a ser posible, pues no hay nadie.

Divisamos la luz roja y la luz verde que indican el acceso al mar menor, y luego, más luces en el agua, las hay rojas, amarillas y alguna azul.
Nos apresuramos a mirar cartas, plotter, móvil... Hay un barco hundido, señalizado con luz azul, pero el resto de luces no coincide con lo que indica la carta. No sabemos si hay que dejarlas a babor o a estribor. Mi "capi" opina que por babor, yo por estribor... Muy lentos y decidiendo a cada segundo, incluso pensamos en volver al puerto, pero ya es tan arriesgado dar media vuelta como seguir adelante. Nos han comentado algo sobre unas jaulas de atunes y eso hace que nuestro temor sea aún mayor.
De repente parece que hemos salido de la zona restringida. Fuera de peligro fondeamos. A la mañana siguiente vemos las cosas más claras. Nos imaginábamos el Mar Menor, mucho menor. Una brisita hace que nos decidamos por ir a vela a visitar unas de las cinco islas: "La Perdiguera".

Rodeamos la isla a vela, vemos algunas construcciones destruidas que llaman nuestra atención. También muchas gaviotas, olor a pescado y en el mar una cantidad enorme de medusas. Unas medusas muy diferentes a las de Formentera. Nosotros las llamamos "medusas hamburguesa" pues encontramos cierto parecido. La verdad es que después de unos días en Formentera con sus aguas cristalinas este mar color café con estas criaturitas gelatinosas enormes no invitan al baño.

Fondeamos frente a "La Perdiguera". Kayacs y a explorar.
Al acercarnos a tierra el olor a pescado aumenta, lo podemos sentir en los ojos. Las gaviotas nerviosas sobrevuelan nuestras cabezas con sus graznidos alarmantes. La orilla esta plagada de medusas moribundas.

Lola parece enloquecer, rastrea sin parar. Niebla con un trozo de palmera en la boca es feliz. Cada metro cuadrado está lleno de huesos ¿huesos de qué? parece que de conejos. A los cinco minutos se confirma, son conejos, los hay negros y color arena. Madrigueras cada dos pasos. Vamos a la búsqueda de la foto del conejo. Resulta imposible. Nos preguntamos si las gaviotas son su principal depredador. Allí vemos una especie de halcón (luego descubriremos que era el halcón peregrino). Tampoco se deja fotografiar. Parece que no les gustan las visitas.

Piedras volcánicas y una super-cueva que comunica la isla con el otro extremo. ¡GUAU! Esto se pone interesante.
Le pido a Héctor que realice una hipótesis según las pistas que encontramos.

- Un volcán y posteriormente ejercicios militares, una guerra o algo así.

Le preguntamos a un explorador muy sabiondo (Internet Explorer). Parece que sí. Hubieron 3 volcanes y se practicaron ejercicios militares, los edificios derruidos eran más recientes, se trataban de tres restaurantes que no se sabe muy bien porque han acabado así.

Resulta que estas medusas no son peligrosas pero nos quitan las ganas del chapuzón. Todo y que nos encantaría ver los famosos hipocampos (caballitos de mar) que pastan estas praderas marinas. A simple vista descubrimos una nacra, pero está vacía. Por lo visto las anclas de los barcos "desplanta" a estos moluscos del fondo marino. Por ello es conveniente vigilar donde se fondea.

Próxima parada:  CN Mar Menor (Los Alcazares). Muelle de visitantes, alguna compra, tirar basuras, actualizar blog y rumbo Cabo de Gata (Almería).




1 DE NOVIEMBRE DE 2014, "AL REFUGIO DEL TEMPORAL"

Arriamos velas, demasiado viento, necesitamos tocar tierra, descansar y seguir rumbo al objetivo: Cabo de Gata.

El pueblo más cercano de donde nos encontramos es Carboneras, pensamos fondear aunque el mar nos castigue, pero llegando a la zona de fondeo el motor parece que pide combustible. ¿Como puede ser? Si echamos 45 litros antes de salir del Mar Menor y prácticamente la travesía ha sido a vela. Miramos sentinas, nivel de gasoil. Todo bien. Llegamos a la conclusión de que con el mar tan movido y el depósito de combustible tan grande hay momentos en el que el gasoil no llega. Echamos otra garrafa y el motor deja de quejarse, funciona tan bien como siempre. Pero esto hace que decidamos entrar a puerto a hacer fuel.
Vamos a ver, en la carta visualizamos tres puertos. El primero señala fuel, los otros dos nada. Nos dirigimos hacia el primero. Resulta que es un puerto de pescadores. Atracamos en el muelle de la gasolinera. Allí estaremos hasta el lunes, ya que el fin de semana no hay servicio y estamos a sábado.
Los pescadores nos miran con desconfianza y no saludan cuando intentamos pedir información sobre el servicio de gasolinera.
Vemos que los otros dos puertos están dedicados a la carbonera. Una enorme chimenea. Por lo visto los mercantes que atracan en el otro muelle traen materiales para quemar y obtener así energía. Lo curioso es que hace unos años la gente del pueblo se beneficiaba de ello, pues tenían energía mucho más barata. Pero ahora no. Todo y que es zona protegida. No dejan montar industrias por lo mismo, pero queman de todo en esta gran chimenea sin que el pueblo tenga alguna ventaja. Incongruencias de este país.

En cuanto Héctor toca la guitarra la vida social en el puerto cambia. Un guardia civil muy simpático nos toma los datos. Los pescadores parecen aceptarnos e incluso David, el vigilante de seguridad, se canta por bulería.

El lunes, una vez puesto el combustible seguimos nuestro camino. Pero cuando apenas llevamos tres horas de trayecto miramos el parte. ¡¡¡Aviso de temporal de poniente fuerza 7-8!!! La radio parece volverse loca y nos repite lo que acabamos de averiguar. Alertas en toda la costa española mediterránea .
De acuerdo, ¿qué hacemos? Carta, móvil, plotter. Parece que nos podemos refugiar en "El Playazo" de Cabo de Gata. Estamos a resguardo del mar, pero el viento entra con fuerza durante todo el día, llegando a su punto álgido de madrugada, con ráfagas de más de 60 nudos. Y eso marca en el aparatito del iphone, ya que no tenemos equipo de viento instalado en el mástil.
Increíble, los 45 metros de cadena nos salvan la vida. Pues pasamos una noche terrorífica, pensando en qué podría pasar si fallara el fondeo. Preparamos un "plan B" por si esto pasara. Otra cadena de 25 metros, cabo de otros 25 metros y ancla CQR de 16Kg. Pero por suerte este plan no hay que llevarlo a la práctica.
Más tarde los lugareños nos explicaran que, aunque siempre hay viento por esta zona, algo así no se veía desde hacía unos 25 años. ¡Qué afortunados!
Miramos el lado positivo, hemos comprobado el sistema de fondeo a toda prueba y el lugar donde nos encontramos es una autentica maravilla.
El castillo de San Ramón nos llama enseguida la atención, se trata de una batería para cuatro cañones que defendía el litoral, sobretodo de los piratas berberiscos. Se construyó en 1764 por orden de Carlos III, es de estilo renacentista.

Queremos llevar a las perritas a tierra, lo intentamos con los kayacs, pero Niebla y yo nos vamos al agua por tres veces. ¡Qué fría! Volcamos nada más subir.
Héctor y Lola nos tienen que rescatar con el otro kayac, cosa complicada con la mar y el viento en contra y con los kayacs llenos de agua. Tiritamos de frío.
Nos cambiamos de ropa, un té y a pensar otra manera de llegar a tierra, pues los motores fueraborda están desmontados a la espera de una puesta a punto. Héctor monta uno pero no arranca.
Artos de esta situación decidimos ir remando con la neumática. ¡Menuda excursión, aún tenemos agujetas!
El viento hace que no podamos dejar de remar ni un segundo. Pero merece la pena. El paisaje es precioso, una playa enorme como indica su nombre, unas montañas rarísimas llenas de fósiles. Son dunas fosilíticas (Oolitas). Muchas cuevas, unas norias de madera para extraer el agua dulce subterránea y el castillo.
Ya sale el sol, son las 17:00 h. y en todo el día ni rastro de él. Una puesta de sol increíble, una luna llena espectacular que nos alumbrará las noches siguientes.
El viento aquí nos visita cada tarde, pero después de lo vivido no nos parece preocupante.
Buceo, excursiones, trabajo y rumbo a Almería.

Por el camino pescamos un bonito de cuatro quilos y al llegar a Aguadulce un comercial de pescado nos proporciona unas recetas que resultan exquisitas (bonito encebollado y sopa de arroz con bonito).
En el puerto deportivo de Aguadulce nos damos una buena ducha, pues nos empezaban a aparecer escamas. Un baldeo al Om, baños a Lola y a Niebla, lavar y lavar, en fin, mucha agua dulce en Aguadulce para quitar el olor a pescado y la sal acumulada.

Cejillas, guitarra, trabajo, pero con gusto. Pues hacía tiempo que no nos podíamos dedicar a ello de lleno, ya que la preparación de este proyecto nos ha llevado mucho tiempo y energía.

El motivo principal de esta parada es que aquí reside uno de los más grandes guitarristas del flamenco, José Fernández Torres,  "TOMATITO".

Estas tierras andaluzas nos traen el duende necesario para la artesanía y la música.





10 DE NOVIEMBRE DE 2014, "NAVEGANDO VOY, NAVEGANDO VENGO, POR EL CAMINO YO ME ENTRETENGO"

Entre guitarreo y elaboración de cejillas nuestro vecino Estefano (artesano heladero y como nosotros amante del mar) nos invita a comer una pasta exquisita típica de su tierra italiana en su embarcación y hogar: el “LIBERTITY”.
Unos vinitos, más guitarreo y nos damos el contacto, ya que seguramente los vientos nos reencuentren en un futuro. Nos despedimos ya que él marcha al día siguiente a Alemania, donde tiene su heladería.

El principal motivo de nuestra estancia en Aguadulce es el de conocer a Tomatito pero aún no sabemos si esto será posible, pues tiene varios conciertos fuera de España. Pero la suerte nos acompaña y lo encontramos en Aguadulce, donde él y su familia nos abren las puertas de su casa y tenemos la ocasión de ver su enorme colección de guitarras (alrededor de un centenar de ellas).
Como muestra de admiración le hacemos entrega de una de nuestras cejillas exclusiva de granadillo y hueso, a lo que él nos responde invitándonos a su próximo concierto en Almería con el gran pianista: ¡Michel Camilo!

Mientras esperamos el dia del concierto, un periódico almeriense (“La Voz de Almería”) se interesa en nuestro proyecto y nos visita en el “Om” para hacernos una entrevista.

Habiendo mirado el parte meteorológico el cual indica un viento favorable y no avisa de ningún temporal  nos dirigimos hacia Almería, donde tendrá lugar el concierto. No obstante, lo que se preveía una navegación corta y agradable se convierte en un calvario de pocos minutos.  Llegando al puerto “Club de Mar Almería” desaparece el sol y el viento aumenta a unos 45 nudos de SE de manera casi espontánea, obligándonos a apresurarnos por entrar a puerto.
Entre puntas divisamos las luces de una embarcación que sale de puerto a gran velocidad. Modificamos rumbo para no colisionar con ella, pero ésta se empeña en poner rumbo hacia nosotros. Llegamos a la conclusión de que no nos ve y optamos por encender todas las luces de cubierta mientras la lluvia empieza a amenazar. A poca distancia y claramente sobresaltado modifica bruscamente su rumbo.
Esta embarcación resulta ser un práctico que va en busca de un mercante para guiarlo a puerto. Así, cuando nos encontramos ya dentro de la bocana vemos en el GPS que el Club de Mar queda a estribor y que si continuamos recto nos metemos de lleno en el puerto comercial. Mientras tanto, el práctico y el mercante nos pisan los talones. Un fuerte bocinazo nos avisa de ello. No nos queda otra que virar a estribor, confiando plenamente en el GPS, a pesar de que nuestros ojos nos dicen que hay una estructura enorme que viene de tierra que se introduce en el mar: ¡un enorme monstruo de hierro! (resultara ser “El Cable Inglés”, un cargadero de mineral de 1904, de la escuela de Gustave Eiffel). La dejamos a unos 10 metros por babor y al fin vemos las luces verde y roja que nos indican la entrada al puerto Club de Mar Almería.

Se trata de un puerto pequeño. A primera vista parece imposible maniobrar con este fuerte viento. No tenemos otra opción que entrar y ver como el práctico y el mercante siguen satisfechos su rumbo.

Un marinero del puerto nos indica un amarre libre entre dos yates grandes que por suerte cuentan con un gran número de defensas, pues a nosotros ya solo nos quedan dos y una de ellas muy pequeña.
Tenemos que dar media vuelta para poder meternos de proa en el amarre. El canal principal es estrecho pero aún nos lo parece más debido al viento que no deja maniobrar con facilidad.
Damos potencia al motor. Me coloco en proa y le digo a mi “capi” que va bien, pero veo como pasamos a unos escasos 50 cm de la popa de una embarcación amarrada. (Más tarde Héctor me contaría que le dio máxima potencia al motor y que sabía que tan solo habría una oportunidad para hacer correctamente la maniobra).

Entramos de proa al amarre y gracias al marinero que actúa rápidamente recogiendo nuestro cabo por proa y alargándonos la guía del muerto de popa, en unos 10 minutos podemos respirar. Él tampoco se explica este viento repentino acompañado de lluvia.
Sentimos la adrenalina en cada poro de nuestra piel y estamos un buen rato sin creer lo vivido en tan pocos minutos.
Y pensar que nuestra intención era fondear…

Al día siguiente nos toca hacer de turistas por Almería, donde podemos ver la inconfundible huella de la cultura árabe. (La Alcazaba y los restos de las murallas, puertas, baños y aljibes). Visitamos también el Museo de la Guitarra, en homenaje a Antonio de Torres, constructor almeriense del s.XIX. La ilusión con la que visitamos el museo es especial, pues fue su biografía la que unos años atrás animó a Héctor a hacer su primera guitarra española.

Más tarde hacemos un "tapeo" frente al Auditorio de Almería, esperando la hora del concierto. Alucinamos con las tapas que nos ponen con cada cerveza y acabamos cenando muy a gusto por tan solo once euros.

Entramos al Auditorio con pases de prensa , conocemos al concejal de cultura y Tomatito da su autorización para poder ver el concierto desde el palco de prensa. Desde allí disfrutamos del concierto donde Michel Camilo nos sorprende, pues nunca lo habíamos visto en directo.Unas fotos al acabar el concierto y un paseo hasta el puerto pone fin al día con muy buen sabor.
Al día siguiente nos dirigimos al quiosco más cercano a comprar “La Voz de Almería”, pues tenemos muchas ganas de leer el artículo publicado sobre “La Vuelta al Mundo en 80 Guitarras”. En el primer quiosco está agotado, pero lo conseguimos en el siguiente.
Nos sentamos en un banco del paseo de Almería donde leemos el artículo con gran ilusión, ya que nos parece que Marta (la corresponsal) ha sabido captar muy bien la esencia del proyecto. Nos sentimos satisfechos.

Ya descansados pensamos que es hora de poner rumbo al Estrecho. Tan solo hacemos una parada para pasear a las perritas y admirar el precioso puerto granadino de Almuñécar, donde realmente sentimos el cariño y el gusto exquisito con el que esta hecho.
Continuamos navegando y en aguas malagueñas la visita de los delfines nos deja boquiabiertos. Nos acompañan un larguísimo tiempo y nos dejan conocer a toda la familia, pues serían entre 10 y 20 ejemplares. Maravillados hacemos fotos, videos, hablamos con ellos, les ponemos música… Además parece que eligen el lugar apropiado en el momento apropiado. Una puesta de sol espectacular e inolvidable.

En cuanto llegamos a Atunara atracamos en el puerto pesquero. Enseguida nos informan del servicio de gasolinera, resulta que no hay hasta el día siguiente por la mañana. Pero rápidamente nos dan la solución. Un hombre muy amable ofrece a llevar a Héctor a la gasolinera en su motillo. Resulta perfecto, en quince minutos tenemos las dos garrafas de veinte litros a bordo. También nos informan de que en el lugar donde estamos amarrados atraca también la guardia civil.
Insisten mucho en esto, pero nosotros no le vemos el problema, pues todo está en orden.
Otro consejo es que no dejemos solo el barco, pues por lo visto en este lugar desaparecen muchas cosas. Insisten en que la “gomita” (la neumática) atrae mucho a los críos, y nos explican un episodio que tuvo lugar unos meses atrás:
- Unos ingleses tiraron el ancla en medio del puerto, con el fin de que no les robaran. ¡Y aún y así unos niños se las ingeniaron para robar “la gomita”! Los ingleses los buscaron pero mientras los niños se escapaban hacia el otro lado...

Mientras Héctor marca la derrota en la carta del estrecho yo salgo a comprar comida.
Me sorprende un pueblo muy peculiar, humilde, de casas bajas y pequeñas, con callejones por todas partes. Me llaman la atención la cantidad de perros callejeros que se parecen mucho entre sí, parecen perros bodegueros. También hay gaviotas enormes.

Por la noche recibimos la visita de la guardia civil, que atraca nuestro lado y pide permiso para subir a bordo del “Om”. Por lo visto es un pueblo donde existe mucho contrabando de tabaco y otras drogas. Nos piden disculpas por la interrupción y se interesan por las guitarras y el proyecto.

Los pescadores de Atunara no dejan de darnos consejos para llegar al estrecho. Esquivar los mercantes fondeados que esperan para entrar en la Bahía de Algeciras, dejar atrás las barquillas de pesca y no topar con los bajos que hay entre la salida del puerto de Atunara y la playa.

Telefoneamos a la familia para dar todos los datos de los que disponemos: parte, días de navegación, próxima parada “La Graciosa, Islas Canarias", etc.
Hemos oído hablar tanto del estrecho que estamos impacientes por cruzarlo, pero también nerviosos. Aunque no hay motivo para ello, pues Héctor ha elaborado una ruta muy precisa para evitar cualquier problema: una ruta fuera del canal de mercantes, estudiado el viento, corrientes y mareas. Saldremos a las seis de la mañana.
Nos vamos a dormir (aunque yo no lo consigo) pensando que dejamos atrás la península y a partir de aquí todo será para nosotros desconocido.








19 DE NOVIEMBRE DE 2014, "PULSO ATLÁNTICO"

Desde el puerto pesquero de Atunara visualizamos el imponente peñón de Gibraltar, puerta al Atlántico, dejándonos entrever, mediante sus corrientes la fuerza que alberga.

Cruzando la Bahía de Algeciras vamos pendientes de los mercantes, ya que la bahía es grande y hay un gran número de barcos esperando el momento para entrar y salir de ella. Sobretodo estamos pendientes de los ferris que salen constantemente a gran velocidad hacia tierras marroquíes, también de los que vuelven de ellas.
Vemos a poca distancia del “Om” como entran y salen de la bahía diferentes mercantes. Los delfines están por todas partes, pero hacemos un gran esfuerzo por no dedicarles toda nuestra atención, ya que es momento de estar alerta.

Una vez pasada la bahía nos concentramos en las olas y el viento, la corriente se deja sentir de manera notable. Navegamos a media milla de la costa española, dejando el canal por donde circulan los mercantes a nuestro babor, los vemos circular a otro ritmo, alegrandonos de estar al margen. Con la mayor y el génova nuestra velocidad media es buena. Después de pasar Tarifa y una vez visto ensancharse el canal llega el momento de bajar. Los vientos, aunque portantes, soplan con fuerza creando a su paso olas de gran envergadura que surfeamos sin problemas con la ayuda del Génova atangonado y de la Mayor. Velocidad media: 7 nudos, con puntas de 9,3. Para ser nuestro primer encuentro con el Atlántico nos parece que nos da una bienvenida un tanto amenazadora, quizás un aviso, que deja un mensaje: ¡No bajes la guardia!

Cuando ya estamos acostumbrados a este mar de olas grandes y largas y después de dos días de guardias de cuatro horas sin soltar el timón, de repente se calma. Pensamos que ya va bien un poco de tranquilidad, para nuestras perritas sobretodo. Así pueden disfrutar de la estancia en cubierta sin las constantes ordenes de: ¡Ven aquí! o ¡No te asomes! Además, los delfines nos visitan cuando cae la tarde, lo que sirve para que Niebla y Lola corran un poco por cubierta si temor a que caigan por la borda y no las podamos rescatar. Es por ello que aunque la velocidad baja notablemente por unas diez horas no nos molesta y nuestros cuerpos y mente agradecen la mar calmada.

Por otro lado pensamos que si esta situación se alarga probablemente necesitemos combustible. Miramos las cartas, nuestra posición dice que hay un puerto en Safi, un pueblo marroquí, a unas 10 horas. Por ello nos decidimos por cambiar el rumbo hacia Safi ya que parece que el viento, aunque no muy fuerte, es favorable. Hago una guardia con este rumbo, pero cuando le toca a Héctor parece que todo vuelve a cambiar. Sopla mucho viento pero hacia otra dirección, esta vez favorable para dirigirnos a Lanzarote. Volvemos a cambiar de planes pensando que llegar de noche a un puerto marroquí no nos hace mucha ilusión, sobretodo porque nos han comentado que los pescadores marroquíes muchas veces dejan sus artes de pesca a poca profundidad provocando problemas en embarcaciones. No nos podremos arrepentir más de esta última decisión.

El viento sopla cada vez con más intensidad y sorprendentemente vuelve a rolar, esta vez del Sur hacia el Norte, precisamente la única dirección que nos va mal.
Héctor decide bajar la mayor pues puede ser peligroso si sigue soplando así de fuerte, además parece que está trabajando mal, echando peso en la cruceta y enganchada a ella. Cuando cojo el timón para que Héctor baje la mayor me doy cuenta de que el margen que hay para no perder el control del “Om” es de cinco grados para babor y otros cinco para estribor. No me lo puedo creer, solo pienso en concentrarme para que Héctor no tenga más problemas de los que ya hay. No quiero que deje la seguridad de la bañera, pero es necesario bajar la vela si no queremos que la situación empeore aún más. Con el chaleco y con la línea de vida Héctor baja la mayor mientras yo no dejo de mirar el compás rezando a todos los dioses por que Héctor vuelva pronto a mi lado. Me parece que la línea de vida es muy larga, y si cayera al mar no sé como lo podría recuperar sin soltar el timón. Me da miedo comprobar si Héctor sigue junto al mástil. Mientras pienso todo esto, con la cabeza llena de preocupaciones mi "capi" vuelve al mando del timón felicitándome por la hazaña. Con los ojos llenos de lágrimas le felicito yo a él.

Hacia las dos de la madrugada nos encontramos siguiendo el rumbo que nos deja el viento y las olas, tan solo con la ayuda del tormentín. Vamos para el norte, deshaciendo lo navegado y en unas condiciones horribles. Mi “capi" no quiere que haga mi guardia sola y pretende descansar en la bañera, pero constantemente se va al suelo. Para más "inri" En cuanto no se sigue el rumbo exacto las olas barren la cubierta, mojándonos a los dos. Aunque tenemos los chubasqueros no son suficiente y constantemente nos tenemos que cambiar de ropa. Pronto nos daremos cuenta de la necesidad de que uno descanse mientras el otro hace la guardia, por el sueño, el agotamiento y el frío. Hacemos las guardias mucho más cortas, y aunque no dormimos bien por lo menos descansamos un poco. Aunque no siempre podemos descansar en nuestro turno, ya que en un par de ocasiones tenemos que dar ordenes por radio a los mercantes, les pedimos que modifiquen su rumbo para no colisionar, ya que a nosotros nos es imposible hacerlo.

Como ya pensamos en todas las circunstancias que se pueden dar, creemos que deberíamos poner gasoil en el tanque, ya que si por algún motivo tenemos que modificar nosotros el rumbo necesitaríamos mucho combustible por un largo tiempo. De acuerdo, saco todo lo que hay en el tambucho de cubierta, donde se encuentran las garrafas de emergencia de ventidos litros. Justo después de hacer un embudo mucho más grande del que usamos en circunstancias normales (cortando una garrafa de agua de ocho litros) me dispongo a echar el gasoil en el tanque. El viento y las olas hace que bañe a Héctor en gasoil unas cuantas veces, ya que está con una mano al timón y la otra aguantando el embudo, pero él no se queja. Luego se tendrá que lavar la boca, ya que todo le sabe a gasoil. Yo también me he ensuciado un poco pero nada que ver con él. No es de extrañar que esta sea la peor noche de nuestras vidas. Después de tres días de navegación esta situación nos deja sin fuerzas.

Cuando la claridad de un nuevo día aparece y me deja ver por popa las olas (de unos diez metros, embravecidas por ráfagas de hasta 70 nudos), toda mi esperanza de que la noche magnificara la sensación de unas olas inmensas se esfuma, casi prefiero no verlas. Por suerte parece que baja un poco a media mañana, aunque las olas siguen siendo muy grandes el viento deja un poco de margen al movimiento del “Om”. En este momento el “capi” dice que se niega a pasar otra noche igual, y que nos piensa sacar de ésta. Pone rumbo a Safi que ahora se encuentra a unas 80 millas, a unas 15 horas con la velocidad que llevamos solo con el tormentín (sí, ese mismo puerto pesquero del que estábamos tan cerca el día anterior). Se pone el traje de neopreno (ya que no queda mucha más ropa seca) y cada ola a la que hace frente la vive como una gran victoria. Nos alegramos de que la noche haya pasado. Ver una salida después de tantas complicaciones nos hace ser optimistas, aunque la verdad es que nos vamos animando el uno al otro. No tenemos apetito pero comemos unos dulces, ya que necesitamos energía. Hacemos las guardias cada vez un poco más largas para dejar al otro descansar un poco.

Llega otra vez la noche y ya tan solo queda una fuerte resaca. Héctor pone el piloto semiautomático inventado por él (mediante cabos y poleas, desde el timón al interior del "Om"), cosa que agradecemos enormemente, ya que nos permite hacer la guardia en el interior del barco casi media hora seguida. Tan solo nos asomamos a controlar que no hayan barcos a la vista, todo un desahogo después de lo vivido.  Pensamos constantemente en llamar a nuestros padres para decirles que estamos bien, pero no es posible, pues lógicamente no hay cobertura y no tenemos un teléfono satelitario. Unas aves, que al reflejo de la luz de alcance de popa parecen de un color blanco nuclear, nos dan la bienvenida a tierras marroquíes. Empiezo a ver luces, el faro y probablemente pequeñas embarcaciones pesqueras. Llamo a mi capi, aunque aún quedan algunas horas para llegar a puerto.

Miramos las cartas, parece un puerto grande. Puerto mercantil y pesquero. No sabemos como nos recibirán, es la primera vez que pisamos tierra mora y además Héctor no lleva el pasaporte. Llegamos a las cuatro de la mañana exhaustos, aún sopla un fuerte viento y no sabemos donde amarrar. Pero de pronto vemos con alegría unos mástiles de veleros y el catamarán inglés que teníamos de vecino en Aguadulce (Almería). Están todos abarloados a un barco escuela enorme (un pesquero). Nos abarloamos al catamarán con gran dificultad debido al viento que nos separa rápidamente la popa. Lo conseguimos gracias a la ayuda de la tripulación vecina. Allí perderemos otra defensa, pero no nos importará en absoluto (pues solo queremos descansar) aunque la echaremos en falta en la próxima maniobra en Essaouira. Pero esa ya es otra aventura...



25 DE NOVIEMBRE, "A LA ESPERA DE UN NUEVO  SOL Y VIENTOS PORTANTES EN TIERRAS MORAS"

Una vez a salvo, abarloados al Catamarán, la tripulación de éste nos informa de sus planes. Quieren salir de madrugada, sobre las seis de la mañana, ya que dicen que el parte prevee dos días buenos para ir a las Canarias. Nosotros no pensamos en unirnos a ellos ni en broma, necesitamos descansar.

El problema es que si ellos quieren salir, al estar abarloados y al ser los últimos en llegar, es necesario dejarlos salir, y ya son las cuatro de la madrugada.
No nos lo podemos creer, ahora que dormiríamos doce horas seguidas, tan solo tenemos dos horas para hacerlo y tenemos que volver a pasar por la maniobra de abarloamiento, esta vez junto al pesquero, pues salen todos los veleros en convoy. Nos vamos a dormir sin más demora. Sobre las ocho de la mañana nos despiertan los motores de los barcos vecinos, informándonos así de su partida. Desabarloamos, dejándoles vía libre y deseándoles un buen viaje.
Mientras tanto, damos vueltas por el puerto esperando la partida de todos los barcos de vela. Enseguida nos percatamos de lo que significa quedarse en este puerto: olor horrible a pescado, barcos con capas gruesas de grasa en sus cascos, no hay servicio de gasolinera y para tocar tierra es necesario escalar, cosa aun más complicada si pensamos en las perras. Además el hecho de quedarnos sin el apoyo de barcos similares hace más impactante el contraste. ¡Realmente aquí no pintamos nada!

Ya que nos desvelamos y teniendo en cuenta todas las pegas de quedarnos en Safi, pensamos que si el tiempo lo permite podemos intentar llegar a Essaouira. Ciudad marroquí situada más al Sur, mucho más turístico que Safi , con más servicios y también más cerca de nuestro destino, Las Islas Canarias. Nos llevará unas 14 horas pero pensamos que merece la pena. Como novatos, no contamos con las olas en contra. En cuanto estas nos mojaron y nos volvimos a bañar en gasoil, intentando repostar otra vez fuera del puerto, nos acordamos de nuestro agotamiento y de lo rabioso que puede ser este océano. Media vuelta y a intentar descansar.

No obstante, una vez en Safi nos sentimos inquietos. Pues nada más llegar a puerto Héctor está un gran rato fuera del “Om”, presentando la documentación del barco y la nuestra. Él no lleva pasaporte, pues su intención era renovarlo en las Islas Canarias, sin contar con la parada en Marruecos. Cuando llega me da unas noticias no demasiado buenas. Él no puede salir del barco, la tarifa es de 25 €/noche, no hay servicio de gasolinera y por supuesto nada de servicio de agua, ni de luz. Solo se puede pagar en Euros o en Dírhams y no hay servicio de pago con tarjeta. Por lo tanto debemos salir a sacar dinero, también a llamar a nuestros padres y a comprar agua. Héctor no quiere dejarme ir sola, pero no queda otra, pues él se puede meter en un gran lío si sale sin pasaporte.

Tampoco ayuda a subirnos el ánimo este cielo encapotado lleno de miles de gaviotas revoloteando , ni el olor nauseabundo a pescado, ni que el agua del puerto esté mugrienta y llena de plásticos. Tampoco el hecho que los barcos pesqueros no salgan a faenar debido al mal tiempo y su tripulación se quede pescando pececillos desde la embarcación, observándonos y cambiándonos unos langostinos sucios por unas cervezas calientes. En estos momentos el mundo resulta bastante tétrico.

Me armo de valor y le digo a Héctor que me voy a llamar y a sacar dinero, pues es la única alternativa que queda. Héctor le pregunta al marinero si es seguro que una chica salga sola, él le dice en un francés españolizado que sí. Los tres me acompañan a una gran puerta de hierro corredera, que separa el puerto del mundo exterior.

Tras la inmensa puerta una calle larga que se supone que lleva a la Medina (al pueblo). A mi derecha queda el puerto mercante, tras un alto muro, a mi izquierda el puerto pesquero, tras unas grandes naves que deben de estar dedicadas al procesamiento del pescado, pues Safi es la Capital Mundial de la sardina. Charcos de agua por la larguísima calle llena de pescadores que no han salido a faenar. Cuando llego al final de la calle me encuentro con unas vías de tren que se dirigen hacía el puerto comercial y con un gran control sanitario.
En este punto se encuentra también la comisaría, donde le pregunto a un policía donde puedo encontrar la Medina. Me dice que justo acaba su turno y sale a comer, que si le espero unos minutos me acompaña. Pienso que si dice eso es porque no es muy seguro que vaya sola. Decido esperarle y me acompaña al pueblo que resulta estar a escasos 3 minutos siguiendo por la misma calle. El policía, se encuentra con un amigo que decide acompañarme a sacar dinero. A mi eso ya me gusta menos, pero pienso que si el policía aconseja que me acompañe es por algo. Este hombre se tapa la boca constantemente con un pañuelo, yo me pregunto si es por el frío o si es por que lleva el pañuelo impregnado de alguna sustancia. Ya no sé que es realidad o que es paranoia.
Vamos a tres bancos distintos y en ninguno funciona la tarjeta, me dicen que es problema de las comunicaciones, por lo visto es frecuente que los haya. Me dispongo a llamar por teléfono pero tan solo tengo 10 €, no sé como comprar la tarjeta telefónica sin dirhams. El chico que me acompaña me dice que no hay problema, que él me los cambia. Resulta que lleva un fajo grande de billetes en su cartera. No sé si eso me tranquiliza o me pone más alerta. Por el camino al ciber me explica que ha estado trabajando en Lanzarote y también en Italia, pero que ya no hay trabajo. Yo le explico la situación de mi tierra, lo que no nos consuela a ninguno de los dos. Después de cambiar de cabinas telefónicas y de cibers por tres veces, al fin consigo llamar a mis padres y a los de Héctor. Al explicarles la situación me relajo, pues tenerlos sin noticias era para nosotros un gran agobio, pues pensábamos que cada hora que pasara podían estar más preocupados. Después de hablar con ellos todo se ve diferente y vuelvo al ciber a mirar el parte meteorológico.

Cuando salgo mi “amigo” Abdul me dice que me invita a un té. Le explico la situación de Héctor y la urgencia de volver pronto con el fin de no preocuparlo demasiado. Me dice que no pasa nada por ir sin pasaporte y que nos invita a cenar cuscús en su casa, con su familia.  Me parece imposible que podamos asistir a su invitación pero le digo que en caso de ir le llamo.

De vuelta a mi hogar, por la larguísima calle que me lleva al puerto empieza a llover con fuerza. Abro mi gran paraguas negro, dándome cuenta del gesto burgués que esto significa en este entorno, donde la gente se cubre con trozos de plástico rehusados y donde los perros sucios, todos callejeros, se protegen bajo el coche de bomberos. Llamo con el puño sobre la gran puerta de hierro que unos minutos más tarde un marinero abre.

Con los pies empapados llego al muelle donde se encuentra mi morada, pero antes hay que acceder al barco escuela. La marea ha bajado y tengo que usar una escalera que se deja caer por el muelle. Llamo a Héctor en busca de ayuda, pues no tengo mucha habilidad en situaciones de altura si no estoy asegurada con una cuerda, vaya, que tengo vértigo. Pero como él no responde me pongo nerviosa y bajo corriendo imaginándome vete a saber que catástrofe. Enseguida me dicen desde un pesquero que Héctor se encuentra dentro del barco escuela. Efectivamente el profesor y Héctor salen del interior del pesquero, donde están haciendo un té. Me invitan a pasar y nos enseñan el puente del barco y sus aparatos. Realmente resulta interesante ver que cuentan con un buen equipo.
Una vez en el barco le explico a Héctor mi experiencia y la necesidad de volver al día siguiente al pueblo a sacar dinero. También le informo de las malas noticias meteorológicas, pues parece que tan solo habrá un día medio bueno para ir a Essaouira y no parece que podamos salir hacia las Canarias al menos en una semana.

Al dia siguiente, y después de dormir unas cuantas horas muy bien merecidas nos dedicamos plenamente al barco, pues hay varias cosas que consideramos necesarias para la estancia en Marruecos y para siguiente travesía. Poner un pasamanos en medio del interior del barco, un pestillo al mueble del botellero,  un candado al tambucho de fuera, colocar las presillas y las poleas del piloto semiautomático de forma definitiva, etc. También tender ropa, ya que parece que el sol quiere salir y el barco está lleno de ropa húmeda.  Paseamos a las perritas saltándonos la norma de que Héctor no puede salir del barco, las llevamos con la neumática a tierra,  aunque de tierra no hay nada, pues las llevamos a las rocas del muelle, mohosas debido a los cambios de marea. Hay un religioso con barba y otro hombre en una barca cazando porquería del agua. Intentan limpiar, pues no me extraña, esta agua llena de plásticos es un verdadero peligro para cualquier motor. Además de plásticos también podemos ver algunos animales muertos en el agua: peces, aves y hasta algún roedor.

En este puerto hay muchísimas gaviotas y un pájaro negro que tiene el cuello parecido a un buitre. Héctor se lleva el móvil con la intención de hacer algunas fotos al barco en este entorno, pero no hace ni dos fotos cuando dos hombres en una moto pasan por nuestro lado (por encima de las rocas resultó haber una pequeña carretera) y nos dicen que aquí es un problema hacer fotos. Esta tontería nos hace sentir prisioneros, pues no estamos acostumbrados a esta falta de libertad.

Al mediodia el marinero se presenta con un plato de sardinas asadas. Estan buenísimas y agradecemos el gesto. Héctor y él hablan sobre la posibilidad de conseguir gasoil antes de partir a Essaouira. Nos lo traerán al barco en garrafas de 30 y 20 litros pero tendrá que ser mañana, ya que no sabemos cuando podremos conseguir el dinero.
Nos proponemos salir de Safi lo más pronto posible, pues hay muchas razones para ello: como pagar ese dineral por el “amarre” sin ningún tipo de servicio,  la falta libertad para Héctor y las perras, el estrés de estar sin nuestra documentación (pues la tienen en capitanía y en comisaría) y el hecho de que si no aprovechamos el único día medio bueno para navegar la situación meteorológica empeorará obligándonos a quedarnos en Safi por una semana como mínimo.

Como la situación apremia al día siguiente conseguimos sacar dinero, comprar gasoil y agua embotellada, recuperar nuestra documentación, llenar un cuarto de deposito de agua para futuras duchas pagar y marcharnos de este puerto tan poco agradable.
Esta vez no marchamos solos, pues la noche anterior, mientras hago la cena oigo un ruido a babor, creo que intentan abarloarse. Saco la cabeza desconfiada y veo un velero que tiene algunas dificultades para “amarrar”. Héctor enseguida reacciona echándoles una mano. Son tres franceses (Julien, Tibo y Julien), de la Bretaña y de París. Al día siguiente deciden partir también hacia Essaouira.

Partimos alrededor de las 12, la única opción es ir a motor. Pero nuestros nuevos amigos tienen un problema con el suyo, parece que se les ha calentado y van a ir a vela un rato hasta que se enfríe. Les perdemos la pista, no sabemos por que motivo no contestan a nuestras llamadas por radio. Empieza a llover y el viento viene de frente. Notamos cada gota de agua en nuestra cara como si fueran pequeños alfileres. Aunque sabemos que esto no es nada si lo comparamos con días atrás.
El viento cambia,  ahora viene de través y nos alegramos sobretodo por los franceses, pues en caso de no tener motor podrán continuar a vela.

El viaje se nos hace largo, pasamos frío y aún estamos cansados de la travesía anterior. Pensamos que en Essaouira todo será mejor, como mínimo hay una bahía donde fondear, famosa por los surfistas…
Estamos llegando y hay que decidir si ir a puerto o fondear. La verdad es que fondear parece de locos pero el puerto solo está iluminado por el espigón hacia afuera, alumbrando los bajos que rodean el puerto, que aparecen amenazantes bajo las olas rompientes. Bien, pensamos que tenemos que entrar a puerto. Entre puntas me coloco en proa mientras Héctor domina el timón. Aunque la noche esta totalmente cerrada justo enfrente puedo ver sorprendida la estructura terrorífica de un barco pesquero que pretende salir. Lleva un pequeño farol en proa y oigo a gente gritar. Dudo mucho que los dos quepamos en esta entrada. Inmediatamente le digo al “capi” que de media vuelta y me niego a entrar a puerto, ya que no se ve nada.

La situación decide por nosotros y fondeamos en la zona donde marca el Navionics, cerca de la entrada al puerto. El barco es una coctelera, pero ilusamente tenemos la esperanza de que el oleaje mengüe, pues ya son muchos días de mal tiempo.
Al dia siguiente estamos tan cansados que durante horas no nos movemos de la cama. El barco se mueve muchísimo, pero confiamos plenamente en el fondeo, pues ya nos demostró en Cabo de Gata de lo que es capaz. Igualmente sabemos que tenemos que ir pensando en entrar a puerto, eso significa mover los kayacs que llevamos a cada lado del barco, ya que si la maniobra es complicada los kayacs pueden molestar. Nos lleva más tiempo de lo normal hacerlo, ya que las olas son grandes y en alguna  ocasión nuestros cuerpos no pueden mantener el equilibrio, haciendo obligatorio el ir sentándose por cubierta. Por radio intentamos localizar a los franceses, pero tan solo escuchamos como el capitán del puerto nos llama locos y nos dice que o entramos a puerto o nos vamos de “su" playa.

Entramos a puerto y allí están nuestros amigos franceses, abarloados a un barco del gobierno marroquí. Un hombre marroquí nos indica que abarloemos al lado de un velero pequeño, el ERIKA. Pero nuestros amigos franceses insisten en que lo hagamos a su lado. Mientras ellos se ponen de acuerdo nosotros vamos dando vueltas sobre nosotros mismos, ya que el puerto es pequeño y hay muchos pesqueros. Ahora podemos ver el margen que teníamos para entrar a puerto. Realmente para no haber topado con ningún bajo o con algún barco tendríamos que haber tenido mucha suerte. También vemos muchísimas barcas azules, todas iguales, que están sacando a tierra debido al miedo a que se vayan a pique por el temporal que se avecina. Una vez abarloados utilizando todos los cabos de los que disponemos, para llevarlos al "Zephyr" (barco de los franceses), al barco del gobierno y a tierra, respiramos.

Otra vez en la misma situación, hay que pasar de barco en barco para ir a tierra. Los grandes cambios de marea de hasta tres metros y medio lo complican aun más. En este puerto nos cobran 13 €  la noche, sin ningún otro tipo de servicio que el de resguardo. Pero al menos aquí dejan salir a Héctor del barco. Comprenden la situación y, a cambio de un paquete de café, hacen la vista gorda. El capitán del puerto se hace el simpático y le comenta a Héctor que nos han visto trabajar en la playa con los kayacs y lo sorprendido que está de nuestro aguante.
La primera noche vemos a nuestros vecinos franceses en paños menores, pues al igual que nosotros y aún durmiendo, al menor ruido ya estamos en cubierta. Ese ruido resulta ser de dos cabos de nuestra proa que se han sollado a causa de los cambios de marea y el roce contra el muelle. Por fortuna y gracias a la velocidad de Héctor y Julien podemos salvar la situación. Héctor tira un cabo que encuentra por cubierta a Julien, que se encuentra en la proa de su barco. El fuerte viento nos abre la proa rápidamente, pero entre los dos van recuperando terreno. También cuentan con la ayuda de los otros dos chicos y la mía, que estamos agarrados como si nos fuera la vida al costado de los barcos, ellos al costado babor del "Om" y yo al costado de estribor del "Zephyr". Uno de los cables de acero no lo soporta y cede, pero nosotros seguimos agarrados donde podemos. Veo a Héctor saltar de un barco a otro hasta llegar a tierra, pues esta asegurando el “Om” con el único cabo que nos queda libre, el del ancla. Cuando parece que la situación está bajo control nos vamos turnando para entrar a ponernos unos pantalones, pues el viento y la lluvia nos ha dejado helados. Al día siguiente nos reiremos de lo surrealista de la situación , pero en ese momento no.

Nos explican una terrible noticia de un barco francés que ha tenido serios problemas por los alrededores de Essaouira, donde iban tres personas, solo rescataron a dos.

Mientras tanto vamos de compras, visitamos la ciudad y vamos poniendo orden en el interior del OM. Seguimos tendiendo ropa inútilmente, pues siempre vuelve a llover.
Después de la experiencia con nuestros vecinos franceses ya nos sentimos íntimos. Vamos a cenar al "Zephyre", vienen a merendar, vemos unas películas con manta, cafés y crepes de chocolate.
Conocemos a la pareja de alemanes que se unen a la tripulación del “Zephyr”, para hacer la travesía hasta la Graciosa. Son Valentin y Laura. Valentin es violinista, lo que enseguida anima a Héctor. Unas horas antes de partir en busca del esperado calor canario nos regalan un improvisado, pero estupendo, concierto de guitarra y violín.





4 DE DICIEMBRE DE 2014, "CALOR CANARIO"

Zarpa el “Erika” en solitario, zarpa el “Zephyr” con su nueva tripulación y zarpamos nosotros. Quedamos en vernos en la Graciosa, las Islas Canarias, y en comunicarnos por radio. Vientos portantes, izamos velas. Sale el sol, que aunque no muy fuerte nos llena de esperanza e ilusión.

Esta travesía de dos días es bastante tranquila, pero aún siendo así me siento nerviosa. Los últimos días en Marruecos han sido cansados, tanto a nivel físico como mental y navego más por necesidad que por disfrute. Estamos constantemente pendientes de que el viento no suba demasiado y no lo hace, la velocidad de crucero es de 4 - 6 nudos durante los dos días, con un viento de 25-30 nudos por nuestra aleta.  Los delfines nos vuelven a acompañar al atardecer del primer día y al día siguiente no sale el sol, el cielo está tapado. No recordamos ver un solo amanecer desde que cruzamos el Estrecho de Gibraltar. No ha habido ningún día que no amaneciera nublado y esta vez no es una excepción. Puede parecer un detalle sin importancia, pero la verdad es que el sol por la mañana, después de una larga guardia, se agradece enormemente. ¿Qué le vamos a hacer? Pasa otro día y llega otra noche, la luna llena nos alumbra durante largo camino, pero sobre las 4 de la madrugada desaparece dejando una noche completamente oscura. No se ve nada, es mi turno de guardia y me consuelo pensando que nuestro destino está ya muy cerca, pues en cuanto amanezca deberíamos ver Alegranza, la Graciosa y Lanzarote.


Alrededor de las 6 de la mañana puedo distinguir algunas luces, pero no estoy segura de si son de tierra o de mar. Un par de luces son de mercantes, como señala el A.I.S. Inmediatamente descarto el peligro, ya que pasan de largo sin interponerse en nuestro rumbo. Me caigo de sueño, pero la necesidad de estar al timón me mantiene despierta, intento tararear canciones para mantener la mente ágil. De pronto, a lo lejos, una luz roja. Como ya son las 7 de la mañana pienso que pronto podré saber de que se trata, pero creo que aquí no amanece hasta las 8:30h. y el cielo sigue completamente oscuro, negro tizón. Empiezo a recordar la advertencia de Héctor antes de irse a dormir:”Manténte alerta, por esta zona pueden estar haciendo las famosas prospecciones petrolíferas y no sé como estarán señalizadas”. Por si acaso decido dar la luz de cubierta, pero descubro sorprendida que no funciona. Mi intención era dejar descansar al capitán hasta que amaneciera y lo pudiese despertar con un: “¡Tierra a la vista!” . Pero la luz roja que parece acercarse me obliga a despertado, pues no me parece una boya, ya que procuro mantener un rumbo paralelo a ella, pero la sensación es de que cada vez esta más cerca. Héctor no me oye y decido aplicar el despertador de emergencia. La bocina que se emplea soplando, estilo trompeta. El resultado es un estruendo horrible que te despierta más por el salto que da tu cuerpo al oírlo que por el sonido en sí.
El resultado es un capitán somnoliento, que tras unos bostezos y un: ¿Peeeeeero que pasaaaaaa? mira la lucecilla. Piensa que puede ser una boya de señalización, aunque parece que se acerca. Vuelve al interior del “Om” a ponerse algo de abrigo mientras veo como, sin lugar a dudas, la luz se encuentra bastante más cerca. Grito al “capi” y le pido que coja la linterna.
Héctor sale a toda prisa. Alumbra las velas y un segundo más tarde una luz blanca nos deslumbra. Se trata de una embarcación a vela, de unos 8 metros que se encuentra a unos escasos 20 metros, navegando en paralelo al “Om”. Motor en marcha, le doy potencia pero veo como la otra embarcación se coloca en nuestra popa, a 6 metros escasos. Un tripulante de ésta, se coloca en proa, a gatas, por debajo de su Génova, deslumbrándonos con su linterna. Héctor, que a pesar de estar medio dormido reacciona rápido, me saca del timón, ignora las velas y vira a barlovento, olvidándose de nuestro rumbo, pues lo importante en este momento es no colisionar.

Estamos tan anonadados que ya no sabemos si es mejor continuar acercándonos a tierra o mantenernos alejados hasta tener visibilidad. Aún falta una hora y media para que amanezca y aunque parezca mentira el cielo sigue negro. A pesar de que el viento es favorable decidimos bajar velas por si tenemos algún otro percance.

Amanece nublado, y ya vemos tierra. Justo en frente tenemos marcado nuestro waypoint en el GPS, pero tenemos dudas de que la isla que vemos esté habitada. Al rato comprobamos que el waypoint no marca la isla de “La Graciosa” sino otra, “La Alegranza”. Precioso lugar, sin duda, pero con este viento preferimos fondear cerca de un puerto.
Conforme nos acercamos a la isla, ya rectificado el error, divisamos como rompen las olas en esta costa tan peculiar. Se forman, debido a las rocas agujereadas y a la potencia del océano, una especie de sifones que impulsa el agua fuertemente hacia arriba, creando un espectáculo de fuentes de espuma precioso.

Procuramos mantenernos bastante separados de las dos costas, de Lanzarote y de “La Graciosa” y vamos por en medio del denominado “Río”. Pronto vemos el puerto, pero decidimos ver los fondeaderos cercanos. Hay uno ideal para los vientos que suelen soplar aquí, se trata de la “Playa de los Franceses”. Sabemos que se ha de pedir un permiso, pero no sabemos cual es el proceso a seguir, así que fondeamos, ya que estamos cansados y no somos los únicos en la playa. No hay ni rastro de nuestros amigos del "Zephyr" ni del "Érika". Más tarde vamos a puerto con la esperanza de poder pasar unas noches e informarnos del reglamento para fondear, bucear, pescar, etc., ya que es reserva natural. La respuesta es que todo esto lo gestionan desde “puertos canarios” y por la tarde no hay nadie. Así que mientras averiguamos como funciona volvemos al fondeadero, no sin antes despedirnos de los franceses, que amarraron en puerto aun sin autorización, cosa que pagan caro (concretamente el triple de la tarifa normal, aunque hay que decir que es el puerto más económico de las Canarias). Al día siguiente vienen al fondeadero que les parece el paraíso, sobretodo a Julien que adora el windsurf.

Hacemos interesantes excursiones por la zona, maravillados por su origen volcánico  y disfrutamos de paisajes inigualables. Esto es único. En una de las excursiones por las cuantiosas dunas de arena blanca veo como Héctor se anima a subir uno de los volcanes (se trata de "Montaña Amarilla", de 172 metros), creo que está loco, pero lo veo decidido. Niebla y Lola lo siguen. Así que pienso que si Niebla se anima yo no me puedo quedar atrás, aunque soy claramente la torpe del equipo. El ascenso merecerá la pena. Unas vistas increíbles, no hay cráter, al otro lado encontramos una ladera muy empinada que Lola bajará y subirá como unas 10 veces. Arriba hay una inscripción en cemento, parece dedicada a una mamá. Allí nos haremos una fantástica foto familiar que recordaremos siempre. No hay nadie a nuestro alrededor, solo mar, volcanes, dunas e islas. El paisaje parece sacado de una película de piratas. El viento sopla con fuerza.

Los dias siguientes visitamos el fantástico pueblo Caleta de Sebo, de calles de arena blanca donde la gente nos parece estupenda, alegre y amistosa. Héctor y Valentin (el violinista) tocan en la calle y se crea una fiesta improvisada. También cocinamos, pero nos quedamos sin gas y en la isla no hay este tipo de bombonas, tendremos que probar en Arrecife, Lanzarote. Alargamos todo lo que podemos la estancia en La Graciosa, pero la necesidad de conseguir gas nos hace movernos. En realidad ya va bien ir a Arrecife, pues hemos quedado allí con la familia para pasar las navidades y tenemos que empezar a mirar varias cosas: puertos por la zona, coches de alquiler, restaurantes para la cena de Nochebuena, etc. Los alemanes (Laura y Valentin) que se unieron al “Zephyr" en Essaouira deciden venir con nosotros. Quedamos en recogerles en el puerto al día siguiente.

Levamos ancla. El mar está movido y el viento es fuerte. Cogeremos el viento de través cuando pongamos rumbo a Arrecife pero, mientras, dirección al puerto de La Graciosa y hasta que salgamos de ella nos viene de frente. Cuando nos acercamos a puerto encontramos un pescador en su barquilla de madera, remando contra el oleaje con todas sus fuerzas. La barca apenas se mueve. Es el hombre que ya vimos anteriormente, un día como hoy, de tiempo malo y olas grandes, también pescando y que nos dijo que no necesitaba ayuda. Nos parece que no avanza y le volvemos a ofrecer un cabo para remolcarlo. Exhausto, el hombre agradece la ayuda.  En cuanto se siente a salvo enciende un pitillo que, por la expresión de su cara, le debe saber a gloria. Cuando llegamos a puerto insiste en regalarnos el pescado que con tanto esfuerzo se ha ganado. Nos negamos pero su insistencia nos demuestra lo agradecido que está y nos hace imposible rechazar su ofrenda. Nos alegramos de haberle sido de ayuda. El pescado (viejas y alguna dorada) tiene una pinta exquisita.

De camino a Arrecife, vemos algún delfín, lo que ilumina las caras de Laura y Valentín. A mediodía llegamos a puerto, que por lo visto han inaugurado hace tan solo dos meses, y nos disponemos a conocer lo que ofrece la isla. Cuando pedimos a nuestros amigos los pasaportes para hacer los tramites necesarios en puerto, averiguamos sorprendidos la edad de ellos. Él 19 años y ella 22, nos parecen muy jóvenes, pero también muy acertado el que conozcan mundo antes de decidir que hacer con su vida.
Parece que el tema del gas quedará resuelto si llevamos la bombona a la fabrica, ya que la tienen que rellenar. Excursión en taxi y tema resuelto. El puerto cuenta con servicio de lavadoras, así que por días estoy haciendo coladas y tendiendo ropa. Por fin, todo seco y limpio.

Nos informamos de los lugares a visitar, que parecen interesantes, y de las oportunidades que ofrece la isla para nuestro proyecto.
Parece que todo son buenas noticias, excepto la conclusión a la que llegamos: No podemos poner rumbo a Cabo Verde sin un piloto de viento. Nuestra experiencia hace que la necesidad sea incuestionable. Las buenas noticias son que “Las Islas Canarias” parecen el lugar apropiado para conseguirlo. El Ayuntamiento de Arrecife se muestra muy interesado en nuestro proyecto y el lugar tiene un instrumento de cuerda propio, el timple. Los materiales naturales con los que podemos contar son extraordinarios y parece que todo se adapta a nuestro lema: “Pasión por lo único”.

Por unos dias Lanzarote es nuestro lugar de vacaciones, llega la familia y conocemos a nuestro sobrino Biel, de 6 meses, recién llegado de México. Disfrutamos todo lo que podemos, visitamos las montañas de Timmanfaya que nos deja impresionados. Entendemos por que la llaman Tierra de Fuego. También sus salinas y su Golfo. El resto de días disfrutamos de la zona norte de la isla, apreciando la Graciosa desde otra perspectiva, desde El mirador de Río.
Cueva de los Verdes nos deja boquiabiertos con su auditorio de lava y apreciamos el arte de César Manrique en Jameos del Agua. Lugares, sin lugar a dudas, únicos e irrepetibles. El calor canario se nota en su gente amistosa, pero no en su clima, los nativos no recuerdan un invierno igual.
Las fiestas navideñas pasan rápido y se hacen cortas.
Para nuestra Niebla serán las últimas, pues el día 7 de Enero nos tenemos que despedir de ella para siempre.




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